lunes, 18 de junio de 2007

Good Luck

¡Qué estrés, por favor! Ya os lo digo yo, que esto de los exámenes no puede ser bueno para la salud... Nervios y más nervios, sueño... mucho sueño, donuts, pizzas, coca-cola, café... bufff! ¿Algún médico que me recete un fin de semana en la playa, piña colada, sol, baños...??? Lo necesito!!
Suerte a todos!!!

martes, 12 de junio de 2007

The end

Queridos lectores,
Ante todo quiero pedir disculpas por el parón de este último mes. He estado acabando el prácticum y empezando a acabar el treball acadèmic y no he tenido ni un minuto para dedicarme a este blog. Tanto que se me ha pasado el plazo de presentación (creo que era ayer y espero que el profesor me comprenda...). En cualquier caso, quiero felicitar a los ganadores de mi grupo y agradecer los comentarios que habéis ido introduciendo. Gracias a todos y que paséis un buen verano.

Y otra vez… ¡exámenes!

Cuando llegamos a esta altura del curso ¿no os pasa que lo único que os da fuerzas es pensar que, exactamente, dentro de 17 días estaréis de vacaciones? Yo estoy agotada, desesperada, agobiada, cansada, estresada… pero no dejo de repetirme: venga, un esfuerzo más, que sólo quedan dos semanas… Es increíble lo agotada que te deja el sistema de esta universidad. Tengo que decir que, realmente, si lo que pretenden es acostumbrarnos a trabajar duro, conmigo lo han conseguido. Pero a mi me parece excesivo. En serio, no me gusta. No me gusta hacer las cosas a contrarreloj. No me gusta que termine un trimestre y que me pongan un examen justo cuando empiezo a familiarizarme con la asignatura y con el profesor. Es como cuando te vas al extranjero. ¿Qué diferencia hay entre irse de Erasmus un trimestre o irse un semestre? Pues para mí, toda. Si te quedas solo un trimestre te vas justo cuando empiezas a centrarte y cuando ya le has cogido el gusto. Si te quedas un semestre tienes más tiempo y te cunde mucho más. El doble, diría yo. Pues lo mismo opino con el tema de los trimestres de la Pompeu. Pero bueno, este no es el tema del post…

De exámenes muy largos creo que no he tenido ninguno. El único examen interminable es la selectividad (con sus nervios, ojeras, horas de sueño acumuladas, etc.) Pero claro, además de lenguas había muchas otras materias. De exámenes injustos, en la universidad he tenido algunos, sobre todo en traducción. Porque yo me pregunto, cuando examinas a alguien de traducción ¿por qué tienes que privarle de los diccionarios? Al final he aprendido a esquivar los problemas de vocabulario a fuerza de pasar exámenes sin diccionario, lo cual es un punto positivo, pero no creo que eso justifique uno o dos puntos menos en la nota final por culpa de dos o tres palabras que, con un diccionario y un minuto hubiera solucionado sin problemas. Eso me parece injusto. Ahora ya no tanto, pero antes, cuando me encontraba frente a una palabra que desconocía me ponía muy nerviosa. ¿Y ahora qué hago? ¿A ver si puedo sacarla por el contexto? ¿Y si no puedo, entenderé, al menos, el sentido de la frase? ¿Y si hago un contrasentido? Ufff!

Pero si hay un examen en el que lo he pasado realmente mal fue el último de interpretación consecutiva. ¡Por favor! ¡Qué nervios! De verdad, eh, me sudaban las manos, no podía parar de mover las piernas, me costaba concentrarme… al final salió bien, pero ¡qué mal lo pasé!

Los exámenes de lengua ni se me dan bien ni se me dan mal. De hecho, si os digo la verdad, creo que se me dan mejor los exámenes de ciencias. Esos en los que sólo hay una solución posible. Así que poco os puedo ayudar… Sorry :(

Aulas y compañeros: ¿todos los días o cuanto menos mejor?

Las aulas con mejores condiciones han sido, sin duda, las de la universidad. Aun recuerdo el primer año cuando le decía a mis padres… ¡hay un ordenador, una pantalla y un proyector en cada aula! ¡A mí me parecía la bomba! Sin embargo, eso no quiere decir que hayan sido las aulas más cómodas. Yo siempre intento colocarme en una esquina, porque como te entren ganas de visitar al señor Roca tienes que hacer levantar a media clase, con el correspondiente ruido infernal de las sillas al levantarte. Otro inconveniente es el aire condicionado: o te mueres de calor o te mueres de frío. Justamente ayer me estaba quejando incansablemente de eso. Resulta que ayer vine de Vinaròs con el tren. Dormí un rato y la verdad es que cogí una mala postura. Pero se me pasó enseguida el dolor. Pero luego llegó la clase de variació lingüística. Cuando ya estaba sentada miré para arriba y… noooooooooooooooo! Me había sentado justamente debajo del chorro de aire condicionado. Me empecé a poner nerviosa. Me entró esa duda de… ¿me cambio de sitio? Jo! Pero es que si encima de que he llegado tarde tengo que hacer levantar a mis compañeros por no fijarme dónde me siento… Total, que allí me quedé, congelada. Acabé con un dolor de espalda y una mala leche… Suerte que el otro día fui al Mercadona y descubrí el alcohol gel, que mola mogollón. Va super bien para los masajes. Tenéis que probarlo!

Para esto de la importancia de la relación con los compañeros de la clase tengo un ejemplo clarísimo. El verano pasado estuve en Escocia haciendo un curso de inglés de esos intensivos. Íbamos de 9 a 13. Las dos primeras horas hacíamos gramática, vocabulario, expresión escrita… y luego, hasta las 13, con otra profesora, hacíamos comprensión y expresión oral. Pues bien, hacíamos ejercicios del tipo: poneros por parejas y contaros vuestra experiencia sobre X. Yo siempre he sido malísima en eso, y me parecía absurdo y aburridísimo. Pero en ese curso me hice muy amiga de una chica polaca, que justamente se sentaba a mi lado en las clases. Y nos encantaba ese ejercicio, porque no teníamos ningún tipo de reparo para hablarnos en inglés, nos reíamos mucho y aprovechábamos para conocernos mejor. Creo que es sumamente importante la relación con los compañeros.

¿Qué decir sobre los cursos intensivos? Yo creo que si los haces en un país donde hablan la lengua que estudias sí que funcionan. Sobre todo porque al salir de clase ya puedes empezar a poner en práctica los contenidos que has dado por la mañana. Por ejemplo, cuando estuve en Escocia, me acuerdo que el college estaba en las afueras y tenías 20 minutos hasta llegar a la ciudad. A medio día bajábamos a pata y de camino había un outlet en el que entrábamos a menudo. Un día en clase aprendimos cómo se decía ganga en inglés y cuando fuimos al outlet estuvimos todo el tiempo con la tontería: It’s a bargain! It’s a bargain!

lunes, 11 de junio de 2007

Conductivismo, cognitivismo, socioconstructivismo… uff!

En las experiencias de aprendizaje de lengua que he tenido hasta hoy creo que ha habido de todo. Me recuerdo perfectamente memorizando verbos irregulares en francés, en inglés e incluso en castellano y valenciano. También recuerdo memorizar todas las declinaciones en latín y las terminaciones de los tiempos verbales regulares del francés. Así pues, detrás de algunas de mis experiencias encontramos la teoría tradicional. Sin embargo, he de decir que la mayoría del tiempo, las clases se basaban en un método conductista pues, en el caso del francés y del inglés, seguíamos siempre el libro. Eran siempre libros de esos que empiezan con una lectura, siguen con unos ejercicios de comprensión del texto, luego el vocabulario de la unidad, los ejercicios de gramática, de comprensión oral, de redacción y, finalmente, una especie de resumen de la unidad con ejercicios. Supongo que este tipo de libros facilitan bastante la tarea del profesor. El problema es siempre escoger un buen libro…

En la universidad no ha habido libros de texto… más bien muchos trabajos, muchos de ellos en grupo. No es que odie los trabajos en grupo. A veces puede ser muy divertido y constructivo, pero cuando te falta tiempo, lo último que quieres es depender de tu grupo, pero bueno, todos hemos pasado por ahí…

La verdad es que en la enseñanza de lenguas, creo que con el método que me he sentido más a gusta ha sido el conductista. Pero en la experiencia que me hace decantarme por este método no había ningún libro de texto. Fue en la escuela de idiomas (ya os he hablado de ello en anteriores posts). La profesora se hacía su propio libro con unidades. Me acuerdo perfectamente de que nos pasaba las fotocopias con ejercicios que ella misma había elaborado. La verdad es que aprendí mucho!! Incluso nos hacía leer libros y nos pasaba ejercicios de vocabulario y de comprensión sobre el libro. La tía se lo curraba…

martes, 15 de mayo de 2007

Teorias en clase

Frente a esta segunda "tasca", uno se dice: Vale, entiendo lo de las teorías pero... ¿cómo iba a acordarme de lo que hacían los profesores en clase para enmarcarlo dentro de cada teoría? La verdad es que ahora mismo esto resulta bastante difícil. Sí, sé que tuve a una profesora que, prácticamente, lo único que hacía era mandarnos verbos del libro de verbos francés (Le Nouveau Bescherelle) para aprender de memoria en casa. Supongo que seguía un método estructuralista y, en lo a los verbos se refiere, funcionaba. Pero eso no basta. No basta llegar a casa y empollarte los verbos o el vocabulario para aprender francés. Pero parece que ella así lo creía, de modo que sí, los verbos me los aprendí, pero nada más. En cuanto al castellano, no me acuerdo del profesor, pero si recuerdo salir a la pizarra a hacer el árbol sintáctico, que luego cuando volvías a sentarte lo mirabas y decías: ¿Cómo he podido hacerlo tan torcido? Otro método estructuralista. Pero está claro que en castellano no sólo hacíamos eso. También hacíamos ejercicios de ortografía, como los típicos llena los espacios en blanco con la v o la b según corresponda. Eso me gustaba. Todo lo que fuera rellenar los espacios me parecía bastante divertido, para todas las lenguas. Hay un método para el inglés, que supongo que todos conoceréis, que se llama algo así como English grammar in Use y que es todo el libro igual: en la página izquierda está la explicación, y en la de la derecha, los ejercicios de los espacios. La verdad es que si te lo tomas en serio funcionan! Y es bastante ameno. Pero aquí lo que está claro es que, para mí, el mejor método es una conjunción de todas las teorías.
Ahora mismo me he visto hace unos 5 años en la E.O.I leyendo en francés un texto en voz alta y la profesora corrigiéndome sistemáticamente todas las e cerradas y abiertas, que marcaban la diferencia entre, por ejemplo, de y des. Pues os juro yo que desde entonces, cada vez que me encuentro con una de estas palabras pongo mucha atención, no vaya a ser que aparezca aquella profesora y vuelva a corregirme una y otra vez! Ahora bien, eso sí que no sé en qué teoría enmarcarlo.
En cualquier caso, parece que las teorías en enseñanza de lenguas siguen una dirección hacia tradiciones más modernistas. Por eso supongo que lenguas tan en vogue como el inglés tienen detrás teorías más modernas, mientras que otras lenguas menos "populares" siguen un método más tradicional.

sábado, 5 de mayo de 2007

Aquellos maravillosos años...

Mi escolarización ha sido medio en castellano, medio en valenciano. O al menos eso creo, porque la verdad es que no me acuerdo del todo. De lo que estoy segura es que en el instituto podías escoger entre la línea en castellano o la línea en valenciano. Yo escogí la segunda opción, y la verdad es que eso me ayudó mucho a familiarizarme con el valenciano escrito, porque si bien en casa siempre he hablado en valenciano, casi no leía ni escribía en esta lengua, de manera que mi competencia escrita dejaba mucho que desear. Después, en bachillerato, cuando hacíamos los comentarios de texto en valenciano, los profesores decían que se notaba mucho la diferencia entre los que habían hecho la línea en valenciano y los que la habían hecho en castellano. Así que hice una buena elección.

En cuanto a las lenguas extranjeras, a mí en el colegio me enseñaron francés. Era un colegio concertado que estaba en vías de extinción. La mía fue la última promoción y, a medida que íbamos pasando de curso, los cursos iban desapareciendo. Os explico: cuando pasé a segundo de EGB, desapareció primero (ya no aceptaban más alumnos, iban a cerrar); cuando pasé a tercero, desapareció segundo, y así hasta sexto. Cuando acabamos sexto, subimos al instituto, porque empezaba la “era ESO”.

Bueno, a lo que íbamos, pues en mi colegio siempre se había dado francés y, para lo que les quedaba en el convento… pues no se pasaron al inglés. Total que cuando llegamos al instituto, los más “fieles” seguimos con el francés, pero algunos se pasaron al inglés, porque era lo que se llevaba. No voy a opinar sobre si hicieron bien o mal, porque la verdad es que con el nivel que salimos del instituto, daba igual coger cualquier lengua, no te iba a servir de nada.

En cuanto al francés, tuve varias profesoras. La que tuve en segundo de ESO era un sol. La verdad es que no lo hacía mal, a mí me gustaba. Seguíamos uno de esos métodos típicos de francés. Ahora no me acuerdo de cómo se llamaba el libro, pero era pasable. Después ya todo se complicó. Tuvimos una profesora que a mí no me gustó nada. Cuando empiezan con los niveles ya… Nos hizo un examen y nos distribuyó en grupos. Total, que ahí cada uno hacía unos deberes, un examen, etc. ¿Para qué? Para que al final nadie se aclarara con nada, porque ella no podía dividirse en cuatro grupos según los niveles y los del nivel alto se aburrían y los del más bajo no pillaban nada. Eso se repitió con la siguiente profesora, en los siguientes tres años. Pero aquella profesora era superaburrida! Un super tostón la pobre, pero bueno… ajo y agua. Era francesa y el único punto a favor era ese, que nos hablaba en francés (las otras no lo hacían, cosa que considero un gran error!).

Encontré una profesora buenísima en la escuela de idiomas. Era muy dura, sí, pero muy organizada. Explicaba muy bien, hacíamos de todo: expresión escrita y oral, comprensión escrita y comprensión oral, gramática, dictados, vocabulario, teníamos que leer libros, hacíamos exposiciones cada semana. Teníamos que trabajar duro, pero los resultados era patentes. Muy buena, la verdad. Yo siempre digo que mi francés lo aprendí en la escuela de idiomas. Hice segundo y tercero solo, porque para hacer los siguientes cursos tienes que irte a Castellón. Cuando llegué a Barcelona quería continuar, pero al final mira, no lo hice. Ahora estoy pensando en presentarme a quinto por libre, pero lo haré después de venir de Erasmus (porque me voy a París el año que viene!!). Bueno, si leéis esto os felicito, porque menuda parrafada que he escrito!! Un beso!

Expectativas...

Antes de responder a la pregunta qué espero de esta asignatura, tengo que decir que la matriculé porque formaba parte del programa de estudios de lingüística y que, por tanto, no tenía elección. Sin embargo, también estoy haciendo traducción y sé que para esta carrera está ofertada como optativa. La pregunta es ¿la hubiera cogido? Posiblemente sí, porque como ya sabréis los que estáis estudiando traducción, una de las principales salidas (y quizá la más fácil) es la enseñanza de lenguas. Por lo tanto, supongo que esta asignatura puede acercarnos un poco a este mundo.

¿Qué espero pues de la asignatura? Pues eso mismo, que nos dé una idea de cuáles son los métodos y las teorías que hay detrás de esta práctica, cómo podemos organizar una clase de lenguas, qué problemas podemos encontrar, etc. En cualquier caso, tengo que decir que en un trimestre puede que no dé tiempo para mucho, pero eso ya es un clásico de la Pompeu, y más de la licenciatura en lingüística.

Espero que al final de la asignatura pueda imaginarme cómo haría yo una clase, al menos un poco por encima. Puede que incluso descubra mi vocación (aunque es verdad que esto de la enseñanza siempre me ha gustado). No lo sé, cuando la termine, ya os contaré qué siento.

martes, 1 de mayo de 2007

El levantamiento

A veces me invade la idea de que la educación que he recibido, sobre todo en el instituto, no ha sido lo que se dice un éxito. ¿Nunca os habéis preguntado por qué vuestros padres se saben todos los ríos de Europa, incluso con los afluentes, y nosotros, con un poco de suerte, sabemos dónde está el Guadiana por eso de que aparece y desaparece? Vergonzoso. Y esto va de mal en peor. En mi caso, lo único que me enseñaron con un poco de éxito fueron las matemáticas, pero ¿cuál es el resultado de tantos años estudiando la Revolución Francesa? Madre mía, a mi me preguntáis algo del pleistoceno y os contesto con un asombrado ehhhhh??? En historia, un fracaso. Cada curso empezábamos por una época. De la Edad Media, como mucho, los estamentos y, de la Guerra Fría, a eso no llegué, no dio tiempo.

Lo mejor es cuando te enseñan morfología. Cada profesor lo hace a su manera y al final te falta palabra, porque intentas buscar la raíz, que es lo que decía el profesor del año pasado, el lexema del profesor de este curso y la base, que es lo que dice el del repaso. Acabas rindiéndote.

Pero y en lenguas extranjeras, ¿cuál es vuestra experiencia? Yo tanto en el colegio como en el instituto tuve francés como lengua extranjera y fue un desastre. En el colegio no tanto, pero en el instituto… cada año empezábamos con los determinantes: un, une, de, des, du… Y ¿por qué? Pues porque la gente que no aprobaba inglés se pasaba a francés y entonces teníamos que volver a empezar. Menuda gracia. Pero por lo que he oído, a los que estudiaban inglés no les iba mejor, al final les salía cara de Present Continuos.

Por todo esto y por más cosas que no voy a decir ahora, pienso que la educación no está bien organizada, y siempre he pensado que necesitamos una revolución educativa. ¿Quién se apunta al levantamiento?

Wellcome!

Para los que hayan llegado aquí por casualidad, tengo que decir que este blog es un trabajo para la asignatura Ensenyament de llengües, que estoy cursando actualmente en la Universidad Pompeu Fabra. En cualquier caso, si os interesan las lenguas, puede que saquéis algo de provecho. Para todos los que la visiten, bienvenidos y espero no aburriros mucho.